La información proporcionada en este sitio web tiene únicamente fines informativos generales. No constituye un consejo terapéutico definitivo. Para cualquier pregunta o cuestión relacionada con el tratamiento del dolor, es fundamental consultar a un profesional médico. Una evaluación exhaustiva es esencial para un diagnóstico y un plan de tratamiento precisos.
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La rotura de menisco es la lesión de rodilla más frecuente. Cualquier actividad física que provoque una rotación o torsión forzada de la rodilla puede provocar una rotura de menisco.
Cada rodilla tiene dos meniscos que funcionan como amortiguadores entre el fémur y la tibia, situados cada uno en el borde interno y externo de la rodilla. Los meniscos son discos cartilaginosos en forma de C.
Existen tres tipos de roturas de menisco:
Desgarro menor: se caracteriza por un ligero dolor e hinchazón de la rodilla afectada. Los signos y síntomas suelen desaparecer en dos o tres semanas.
Desgarro moderado: se caracteriza por dolor, hinchazón de la rodilla que tiende a empeorar en los dos primeros días y rigidez de la rodilla, aunque normalmente se puede caminar. Los signos y síntomas suelen desaparecer en dos o tres semanas; sin embargo, tienden a reaparecer cuando se sobrecarga la rodilla, se tuerce o se pone en cuclillas. El dolor puede ir y venir durante un par de años si no se trata correctamente.
Desgarro grave: se caracteriza por dolor intenso, hinchazón, rigidez, incapacidad para caminar y trozos del menisco desgarrado pueden penetrar en el espacio articular.
Como ya se ha mencionado, cualquier actividad física que provoque una rotación o torsión forzada de la rodilla puede provocar una rotura de menisco. A veces, incluso levantar objetos pesados, arrodillarse o ponerse en cuclillas puede provocar una rotura de menisco.
Algunas personas tienen mayor riesgo de sufrir roturas de menisco, como los atletas, especialmente los que practican los siguientes deportes: fútbol, baloncesto, tenis, etc.
El riesgo de sufrir roturas de menisco también es mayor a medida que envejecemos, debido al desgaste y desgarro de las rodillas.
Los siguientes signos y síntomas caracterizan las roturas de menisco:
Una rotura de menisco puede provocar dolor de rodilla persistente, inestabilidad de la rodilla e incluso incapacidad para mover la rodilla y caminar con normalidad.
En muchos casos, las roturas de menisco pueden diagnosticarse durante una exploración física de la rodilla lesionada. Sin embargo, a veces son necesarias otras pruebas diagnósticas para confirmar el diagnóstico.
Las pruebas de diagnóstico por imagen incluyen:
Artroscopia: es un procedimiento médico que ayuda al médico a visualizar el interior de la rodilla en un monitor. A través de una pequeña incisión cerca de la rodilla se introduce un artroscopio que contiene una cámara y una luz.
En primer lugar se recomienda el tratamiento conservador y, si éste fracasa, la cirugía es la única opción de tratamiento.
Tras la lesión, se recomienda reposo en cama, compresas de hielo y analgésicos.
La fisioterapia también es necesaria para fortalecer los músculos de la rodilla y recuperar su estabilidad.
Si tras el tratamiento conservador sigue teniendo dolor de rodilla, inestabilidad o sensación de rigidez en la rodilla, se recomienda la cirugía. Con una intervención quirúrgica, a veces pueden repararse los meniscos desgarrados, sobre todo en adultos jóvenes y niños. Si los meniscos desgarrados no pueden repararse, se recortan quirúrgicamente.
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